Las lágrimas le resbalaron hacia dentro, como siempre. Los ojos humedecidos, pero las mejillas secas y heladas. Meaba las lágrimas que no derramaba. Y en esa carrera inversa, amarguecían todos y cada uno de sus órganos vitales. La amargura pinchaba y oprimía sus latidos, que gritaban en su lugar. Si bien era un dramatismo celular, todas esas sensaciones se camuflaban en lo que las costumbres son. Y solamente se iba a la cama con más frío de lo normal, y escapaba de un día tan indomable como ella misma. Nunca sería domesticable, pero no por eso sería inabatible. De hecho, hacía tiempo que estaba acabada, y lo sabía. Esa consciencia era la que le impedía levantarse, pues podía ver con demasiada claridad lo lejos que quedaba todo aquello que valía la pena. Que le valía la pena. Pero puedes estar acabado y el despertador suena, de verdad. Así que se levantaba. Si no el mismo día, el siguiente. Pero se levantaba. Y cabalgaba los días indomables, meando lágrimas sin cesar, y con prismáticos visualizando aquello de lo que quería parar de escapar. Los cabalgaba como podía, igual que el despertador sonaba como podía, igual que las células seguían naciendomuriendo ignorando los gritos de su cerebrocorazón.
Berta G
Escric poesies sense rima, pensaments volàtils, reflexions sense context...m'agrada. Archives
May 2018
Categories |